martes, 2 de marzo de 2010

TRES HORAS EN KIEV CON ALEXANDER


En la estación de Kiev, Alexander me acompañó a recoger mi billete que había comprado por internet una semana antes en casa de Christian. Desafortuanadamente, mi billete no era algo conocido por las taquilleras ucranianas y le dijeron a Alexander que no valía para nada. Así que tuvimos que ir a cambiar euros por moneda local, nada menos que 80 euros y comprar otro billete. Después dejé en consigna mi mochila y nos marchamos en taxi al centro de la ciudad a cenar. Tenía tres horas hasta que partiera el tren hacia Moscú (salía a las 20h22). Kiev estaba abarrotado de tráfico y tardamos una eternidad en llegar al restaurante.
Alexander resultó ser un tipo realmente encantador, no hablaba inglés pero sí que sabía alguna palabra suelta, con lo que finalmente nos pudimos entender en cortos mensajes y en largos periodos de silencio. Además, me invitó a volver con Christian a Kiev en el año 2.011 o en el 2.012.
Me llevó a un restaurante típico del país donde te sirves lo que quieres. Cené estupendamente bajo la invitación de Alexander y además me conminó a llevar algo más de comida para el trayecto a Moscú.
Después de cenar, Alexander me llevó a ver un edificio singular junto a la casa del presidente de la república, una construcción repleta de grandes estatuas marmóleas, fundamentalmente rinocerontes, no sé porqué) iluminadas en medio de la noche. Kiev estaba invadida por la nieve, hacía un frío relativo y había mucha animación en las calles. Parecía una ciudad acogedora.
Volvimos a la estación de tren en metro tras bajar a gran profundidad por un vertiginoso túnel. La estación de metro era soberbia al estilo soviético. El regreso fue muy rápido y después de recoger mi mochila de consigna, Alexander me regaló un vodka ucraniano con pepino de color amarillento. Yo a su vez le di el regalo de parte de Christian.
Me acompañó a mi compartimento del vagón, me dio dinero para que pudiera tomarme unas cervezas en el tren y nos despedimos efusivamente.
El encuentro con Alexander fue para mi muy agradable ya que me pareció una gran persona, muy discreto, sensible y de gran corazón. Trabajaba en la iglesia luterana ucraniana y servía además de intermediario con la iglesia alemana. Creo que sería el espía perfecto.
Al rato de estar en el compartimento del tren a Moscú llegó el otro ocupante, Roscko (o algo así), un consultor ucraniano que trabajaba en Moscú y que hablaba perfectamente el inglés. Estuvimos charlando largo rato. Me dijo que había estado en China y que era un país muy agradable y que realmente no era tan dificil desenvolverse por allí sólo. Me enseñó además fotos de su viaje a China en el 2007 y me dio consejos de supervivencia, tanto en China como en Rusia. Al final acabamos hablando sobre nuestras diferentes teorías sobre el cambio climático. Lo bueno de este tema es que todos tenemos razón, ya que ninguno estaremos aquí para ver si nuestras predicciones se cumplirán.
Ya por la noche cené parte de la comida que traje conmigo del restaurante y me bebí dos cervezas a la salud de mi amigo Alexander. Además, rellené el formulario de entrada a Rusia, formulario que recogió el revisor sobre las 12 de la noche. Después me acosté vestido para ganar tiempo a la llegada a Moscú. De madrugada llegó la policía fronteriza de Ucrania para sellar mi pasaporte a la salida del país y al rato llegó la policía rusa para revisar y sellar mi visado de entrada a Rusia.

2 comentarios:

  1. Ya por Ucrania.....!!!!!, en 15 dias te has dado la media vuelta al mundo.
    Muchos besos

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  2. Cierto acabo de ver los rinocerontes y debajo hay ciervos. En España esos bichos los tienen disecados dentro de las casas y nadie se escandaliza...el dueño del Palacio no será vegetariano...VIVA EL VODKA CON PEPINILLO (es España se toman en vinagre,los pepinillos...)

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