viernes, 2 de abril de 2010

MARAVILLOSA LHASA (A PESAR DE LA OCUPACIÓN CHINA)

Lhasa es un lugar que te cala en el alma. Es difícil decir porqué: en el mundo de lo sutil las cosas no se explican, simplemente se sienten.
En el centro de Lhasa, un río de gente acude a los alrededores del templo de Jokhan, el más importante del Tibet, para hacer méritos y mejorar su karma. No es un concepto de expiar pecados, es realizar un sacrificio personal. La gente sonríe al extranjero y le saluda Tashi Delek, Hola en tibetano.



Los edificios del centro, frente a los nuevos construidos por los chinos, son bellos y armoniosos. Se utiliza la madera y la cal, aunque no sé de donde sacan la madera, se ven muy pocos árboles en el Tibet. Las calles durante el día muestran mucha actividad. Todos los portales son tiendas: ropa, bebidas, souvenirs, de todo. Cada calle tiene su cámara de seguridad para evitar revueltas, y cada pocas manzanas se ven militares y policías chinos, todos ellos muy jóvenes.
En la zona más céntrica, la plaza Barkhor, está llena de tiendas de souvenirs y de objetos tradicionales tibetanos. Todo tipo de objetos estupendos y exóticos para un europeo, pero nunca verás ni la bandera, ni la palabra Tibet. Por supuesto, también está prohibida la fotografía y la mención al Dalai Lama.
En la mañana del día 1 de abril amaneció nevado y nos fuimos Juan Carlos, Daniel, Rubén y yo, junto con nuestro guía Jaquish a visitar el templo de Deprun, en las faldas de una de las montañas que rodean Lhasa. Se trata de un templo muy bello por su aire misterioso de casitas, y lugares de oración y de estudio. Aquí se despliega toda la iconografía tibetana. En muchos aspectos es similar a la de los templos chinos, pero a diferencia de estos, siempre con su fuerte toque kitsch u hortera, los tibetanos son más sobrios y oscuros, de aire más misterioso.
Por supuesto, la superabundacia de budas es patente, así como las genuflexiones de los practicantes, algo que no acabo de comprender con mis conocimientos rudimentarios de budismo. Si es un camino de perfección interior ¿para qué tanto buda, tanto dios protector, tanta parafernalia? me resulta más comprensible el zen...


El templo de Deprun era la morada de los Dalai Lama antes de la construcción del palacio del Potala.  Además, ofrece unas vistas maravillosas sobre la ciudad y las montañas circundantes. Desde luego que este fue el monasterio que más me gustó en el Tibet: fue el primero que visité y además su ubicación lo hace muy especial.

Por la tarde del mismo día visitamos el templo de Sera. Parecido al anterior, su ubicación más baja y su disposición como pequeña población le quitó encanto frente al anterior. Sin embargo algo lo hace muy especial y supone un reclamo para turistas; sobre las tres de la tarde los monjes y estudiantes del budismo salen a un jardín a hablar sobre las enseñanzas y acostrumbran a dar palmadas como representación de la espulsión del mal que cada uno lleva dentro. En aquel lugar permanecimos un buen tiempo observando y fotografiando el comportamiendo de los monjes.


Más tarde quedamos libres y nos fuimos raudos y veloces a ver y a comprar productos típicos tibetanos. Rubén compraba los objtetos más soprendentes, siempre con criterio, gracias a su conocimiento de piedras semipreciosas y de metales. Juan Carlos, duro regateador, parece que siempre se lleva el gato al agua, y es capaz de sacar el mejor precio de todo turista en Lhasa. Daniel y yo nos aprovechamos de las habilidades de los otros dos.

Acabamos cenando en un caro y tradicional restaurante (para lo que es el nivel de Lhasa) al que solía acudir en su tiempo un Dalai Lama pendenciero y borrachín, al que finalmente le retiraron el título considerando que su elección como reencarnación del anterior, había sido una cagada en toda regla desde el punto de vista budista tibetano.

A la mañana siquiente acudimos a visitar el palacio del Potala, residencia de los Dalai Lama antes de la expulsión del actual. Se trata de una fortaleza monasterio, ahora desocupado pero cuidado, y que está siendo restaurado para admiración del mundo. A su interior no se pueden meter objetos contundentes y solo se puede fotografiar el exterior. Por su puesto, cada habitación tiene su cámara de seguridad.
Es un lugar de belleza sobria, oscuro en muchos lugares, y de aspecto misterioso, como parece ser todo lo tibetano.
El Potala impresiona por su ubicación sobre una colina, sus escaleras vertigionas y en general, por toda la armonía de sus formas, colores e iconografía.

Las escaleras de acceso al Potala resultaban difíciles de subir porque la altura de Lhasa, cercana a los 4.000 metros se nota en el instante en que se hace un esfuerzo. Es una reacción sorprendente para mi. La fuerza y resistencia que uno tiene a bajas alturas se convierte en este lugar en un agotamiento inmediato, y se siente una falta de aire al momento en que se quiere hacer un esfuerzo. Esto lo comprobé en numerosas ocasiones porque pretendía aclimatarme a marchas forzadas subiendo escaleras corriendo.

La segunda parte de la mañana la ocupamos visitando el templo de Jokhang, el más importante del Tibet. Una vez más, aire misterioso, salas oscuras, budas por doquier y una vista sobre la ciudad y los alrededores muy bella. Además estaban reparando parte de los tejados con un mini ejército de tibetanos en el que las mujeres mientras aplastaban con sus mazos la tierra, cantaban canciones de forma rítmica. Toda una experiencia para los sentidos.


Las siguientes horas las volvimos a dedicar a visitar los puestos callejeros de artesanía típica del Tibet. De hecho, acabamos agotados de tanto ir y venir y tanto regatear, y de esquivar vendedores ansiosos de que les compráramos sus productos.


Después de esto, Juan Carlos y yo acudimos a un cibercafé y comprobamos lo controlados que tienen los chinos a los tibetanos. Cada ciudadano de Lhasa tiene una tarjeta que debe usar para registrarse en el momento de utilizar un cibercafé. Además cada uno tiene una cámara de seguridad. En el primer cibercafé nos dijeron que no podíamos utilizarlo por no ser ciudadano de Lhasa, y en el segundo sólo nos dieron un ordenador para los dos.
Acabamos cenando en el mismo restaurante que el día anterior. Caro pero bonito, pero sobre todo, sabíamos donde estaba: por la noche Lhasa tiene muy poca iluminación y no es lugar para ir a la deriva, no por peligroso, sino por confuso.

3 comentarios:

  1. Qué forma de aclimatar es ésa?Subiendose escaleras corriendo a 4000 m. mañana se lo digo a los de Al Filo....
    Esto es toda una Juanjada.Para aclimatar hay que beber litros y litros de agua al día y meando meando va uno aclimatando.
    Saludos Donbeniteneses

    ResponderEliminar
  2. Qué coño hace un tibetano con la gorra del Real Madrid?

    ResponderEliminar
  3. La calidad de las afotos está mejorando mucho, gusta,gusta,...
    saludos Dimbenitenses

    ResponderEliminar