martes, 18 de mayo de 2010

VUELTA A LOS ANNAPURNAS, PARTE I

Descripción general
El tour de los Annapurnas recorre, siguiendo el cauce de los ríos que las rodean, las sierras que limitan el macizo de los Annapurnas. En su mayoría son senderos que utilizan los habitantes de las aldeas para desplazarse. Al principio del recorrido y al final de la vuelta existe una pista de montaña. En estos tramos circulan vehículos todo terreno. En el resto, que es la gran mayoría del recorrido, los desplazamientos se hacen a pié y el comercio, con burros, mulas y personas que transportan todo tipo de cosas sujetándolas con una cinta al cuello.
Hay diferentes étnias a lo largo del recorrido, casi todas ellas venidas del otro lado de la montañas, por lo que son de origen tibetano-mongol y practican el  budismo y algo de cultos chamánicos o de la religión bon.



Aunque la mayoría de las personas que hacen el recorrido van acompañados de guía y porteador, estos no son necesarios a no ser que el excursionista sea ciego o no pueda con su mochila (viendo o no viendo).

Para poder hacer la excursión hay que hacerse un carnet de excursionista (unos 10 euros) y comprar el permiso de entrada al Area Protegida del Annapurna (unos 20 euros), Yo lo tramité en Kathmandú, y también se consigue en Pokhara.


Realicé la vuelta completa a los Annapurnas, más subida y bajada al campamento base del Annapurna, en 18 días, cuando las guías marcan unos 25. Esto se debe a varios factores: no llevaba guía ni iba con ningún grupo, por lo que pude ir a mi ritmo (que es rápido) y ajustarme las jornadas según mi cansancio; no descansé ningún día, ni hice la parada de aclimatación en Manang, porque había estado en el Tibet. Así cualquiera, oiga.

En todas las poblaciones o aldeas hay más de un hotelito de montaña, por lo que no hay que preocuparse por este tema. Tampoco por el precio de las habitaciones: de 100 a 200 Rs (1 o 2 euros), pero la mayoría son 100 Rs. Eso sí, los sitios tienden a ser lamentables según nuestro común punto de vista, o épicos, desde el punto de vista aventurero. En estos lugares ninguna puerta encaja, toda grifería que pudiera existir gotea o chorrea. Normalmente hay agua caliente, aunque esta sea un cubo calentado al fuego. El excusado es, claro, un agujero (la posición cuclillas es una dura actividad después de una larga jornada de caminata).
Cuanto más se sube, más frío hace, por lo que o se lleva un saco de alta montaña (lo desaconsejo) o llega un momento en que hay que pedir mantas.;cómo se agradece en ese momento meterse uno en su saco y que la manta mugrienta no te toque ni un centímetro de tu piel. Los nepalíes de las montañas tienden a la roña, tienen agua, pero se ve que no jabón, y esto se traslada de una forma suavizada a sus hoteles. Pero bueno, es que Nepal sigue siendo destino exótico auténtico.

Nepal es un país barato salvo para las bebidas alcohólicas. Bien, en los Annapurnas, supuestamente debido a las dificultades para subir las cosas, los precios se multiplican por dos al menos. El agua es asunto vital, no se puede beber agua directamente de las fuentaes; así, en Pokhara, un litro de agua cuesta 20 Rs (unos 20 céntimos), en la excursión ya el primer día vale 70 Rs y subiendo hasta, parece ser, los 150 Rs (1,5€).
Mi solución fue llevar pastillas potabilizadores y dos botellas de litro de agua del valle para ir rellenándolas. Yo creía que las pastillas dejaban un terrible sabor a cloro, pero no, sólo a "agua de ciudad", claro que las mías estaban caducadas desde el año 1997 y puede haber variado el bouquet. Otra gente llevan filtros y demás. Para mi lo más cómodo, las pastillas.

Se come bien en el recorrido, aunque uno tiende a la montonía. Casi nunca hay carne, por lo que todo son cosas con vegetales o huevos. Arroz y pasta a saco.
El presupuesto para ir tranquilo de no quedarse sin dinero (difícil sacar por el camino) podría calcularse en 1.500 Rs al día (unos 15 euros) si uno quiere permitirse algún lujillo (cerveza) pero no pretende arrasar por donde pasa.
La gente desayuna en los guesthouse pero yo lo hacía tras una caminata de una hora y media y me comía galletas de distintos tipos acompañado de agua. Cada hotelito suele tener su tienda para las necesidades más básicas y siempre se pueden comprar cosas para comer por el camino.

Recargar las baterías no siempre es fácil, y en muchos sitios te cobran de forma desmedida por ello. Yo solucioné el problema con picardía y no me gasté una rupia.

Cuanto menos peso se lleve, mejor, of course. Yo diría que lo más básico a llevar sería:
  • Dos recambios de ropa (calcetines, gallumbos, camisetas, pantalones, camisa manga larga,...)
  • Ropa interior térmica (sirve de pijama y para momentos gélidos), gorro térmico y guantes.
  • Saco de dormir.
  • Prenda goretex o similar con forro polar incorporado o forro a parte, pero forro.
  • Pantalón de lluvia.
  • Sombrero o gorra y crema solar.
  • Botas de montaña ligeras (yo usé mis zapatos de trekking polivalentes y me fue bien, aunque una suela más dura siempre viene bien para que no duelan tanto los pies al pisar las piedras).
  • Linterna.
  • Lo básico de neceser (rimmel, extensor de pestañas).
  • Jabón para lavar la ropa (no pretendas hacer tres semanas de sudadas sin lavar, que se trata de un entorno de especial cuidado ecológico).
Todo lo demás, al gusto del personal. Casi todo lo que te pueda faltar de tu equipo de montaña se puede comprar en Kathmandú (mejor) o en Pokhara, incluso en alguna de las aldeas más grandes del recorrido. En Nepal casi toda ropa de montaña y accesorios son de la marca NorthFace, que no significa otra cosa que Made in Nepal: no son más que meras imitaciones por muy buena pinta que puedan tener. Si se compran las prendas más caras pueden dar el pego y sacarte de un apuro, pero la calidad no es buena: no penséis que porque ponga Goretex lo tiene, o que las suelas Vibram son de primera calidad: si llueve mucho os vais a empapar y si pretendéis pisar en el borde del abismo igual os vais al fondo.


Y por último. Con la información de una página web (lo siento, pero ahora no encuentro el enlace por ninguna parte) me confeccioné esta guía del tour (percute aquí para descargar). Es útil, pero con la información que acompaña al mapa del tour de los Annapurnas que se puede comprar en Kathmandú y en Pokhara puede llegar a ser suficiente.


Día 01. 26 de abril. Besishahar (820 m)- Syange (1.100 m). De 6h55 a 14h00
Esta primera jornada la hace la mayoría de la gente en autobús, pues la pista llega hasta Syange. Yo la hice caminando: no vamos a estropear la estética de esta excursión por un día de pereza.
Fue un día caluroso. Besishahar está fuera del macizo y caminando en esta jornada me fui introduciendo en un valle cada vez más profundo y estrecho. La vegetación lo rodea todo, ya sea como terrazas de cultivos de los aldeanos o bosque semi tropical en las zonas más inaccesibles.
En Bhulbhule está el primer control del parque, se necesita tarjeta de excursionista de Nepal y permiso de acceso al parque (se consigue en Kathmandú y en Pokhara, cuesta como 3000 Rs en total, más fotos).

En el camino me crucé con algunos autobuses, con cabras, con burros cargados de mercancías, con lugareños al que todos hay que saludar (Namasté...) y crucé por puentes colgantes (el puente colgante es el puente más habitual en el Nepal, es una delicia cruzarlos).

Este día acabé en Syange en un bonito guesthouse con jardín. Además el dueño cuando llegué me dijo que me podía dar un baño y dije inmediatamente que sí. Se trataba de un tanque de agua situado más arriba en la montaña que recoge las aguas de un salto de agua. Me di un par de chapuzones de un minuto cada uno y lo cierto es que el calorazo desapareció de manera inmediata.

En el guesthouse coincidí con varias personas que ese día comenzaban la vuelta, más alguna que terminaba como una pareja de chicas israelitas que tuvieron que volverse desde Manang porque a una de ellas le había dado mal de altura.

Allí conocí a Constantin, un belga que vive en Kathmandú y que traduce textos del tibetano al inglés, o Andrea, una suiza muy deportista demasiado parecida a Martina Navratilova.


Día 02. 27 de abril. Syange (1.100 m) - Karte (1.870m). De 6h10 a 14h30
El camino continua cogiendo altura poco a poco, la vegetación es todavía tropical, pero al llegar a Tal, la entrada a la comarca de Manang, lentamente la vegetación comienza a cambiar.
Precisamente en Tal me sucedió una pequeña desgracia, mi bastón superprofesional de montaña que había transportado durante dos meses y medio incansablemente por todo el continente euroasíatico dentro de mi mochila, lo dejé olvidado. Cuando me di cuenta y marché hacia atrás ya no estaba. En este periodo de tiempo coincidió que habían llegado multitud de excursionistas y multitud de mulas, por lo que ponte tú a preguntar. Este hecho me hizo perder bastante tiempo y enfurruñarme.
Tal está en el fondo de un profundo valle formado por un antiguo glaciar y por sus alrededores se puede ver al muy discreto y casi inexistente leopardo de las nieves.

Seguí camino y llegué a un punto del valle donde estaban haciendo obras de construcción de su carretera, a base de dinamita y máquina neumática. El paso por este lugar era de escalar, sin ninguna otra opción, y lo curioso es que cuando yo andaba por allí había tres hombres bien vestidos, uno de ellos con traje y maletín. Si no fuera porque si te soltabas de una mano estabas muerto, le habría fotografiado para vuestro deleite.

Tras pasar estos escollos y ya visiblemente cansado encontré un árbol de bamboo y le recorté un fino y espigado tallo que decidí utilizar desde ese momento como bastón.

Mi final de la jornada fue en Karte, una aldeita a la que se llegaba atravesando un puente colgante. Al otro lado del río estaban dinamitando para construir la carretera y en Karte , todo el mundo estaba espectante de que no llegaran las esquirlas hasta allí.
Cuando estaba comiendo, ya duchado y medio descansado, vi que pasaban y continuaban alguna de la gente con la que me había encontrado la tarde anterior.



Día 03. 28 de abril. Karte (1.870m) - Chame (2.670 m). De 6h40 a 13h00
Este día acabó lloviendo. En esta jornada se ve por primera vez la parte alta del macizo al girar el camino hacia el oeste para ir alcanzando la parte norte del macizo. Aquí ya hay fuertes subidas escalonadas y la vegetación acaba siendo alpina, con bosques de abetos. se llega realmente a un lugar que bien podría ser Shangri-La, el reino del himalaya de la eterna juventud: pequeñas aldeas atravesadas por canalizaciones de agua, pequeñas estupas con banderas de oración, una ligera brisa que refresca la acción del sol, montañas a tu alrededor y todo cubierto de bosques de coníferas. Ancianos de más de 200 años te saludan amablemente y lo niños se quedan maravillados al verte.



En uno de estos pueblecitos encontré unas banderas de oración desgastadas que las incorporé a mi bastón creando lo último en bastones de peregrinaje: el bastón de oración. Este invento mío creó una gran conmoción y no me extrañaría que en el futuro se difunda por estas tierras. Todos los lugareños se me quedaban mirandolo con sorpresa y la gente me reconocía de unas jornadas a otras por el bastón de oración.
En esta jornada coincidí con la suiza Andrea e hicimos juntos el último trecho del camino. La mujer iba a mi ritmo y su mochila pesaba como la mía (o más) y transportaba una pequeña tienda de campaña.
Esta jornada descansé en Chame y cambié euros a rupias en un banco de los de a la muy antigua usanza, de esa forma me aseguraba no tener problemas económicos.
En el guesthouse coincidí, además de con Andrea, con un señor jubilado belga que llevaba viviendo 35 años en Australia y un ruso muy agradable.
El día terminó en chubasco mientras estábamos cómodamente a cubierto.


Día 04. 29 de abril. Chame (2.670 m) - Ghyaru (3.670 m). De 6h40 a 13h15
Se sigue cogiendo altura, y cada vez el terreno es más seco según se va girando hacia el oeste para quedar ya al norte de los Annapurnas.

En Pisang el camino se desdobla. El inferior va más cerca del río, a la sombra y sin cuestas. El superior es una muy sufrida subida al solazo, pero con la vista sobre el Annapurna II. Efectivamente, elegí la segunda opción y pude ir disfrutando de la gran mole de roca y hielo que se alzaba al otro lado del valle, alcanzando los 7.937 metros.
Ghyaru es un pueblo de aspecto primitivo pero muy bonito con todas las casas de piedra, banderas y molinillos de oración, vacas cruzadas en las calles, gallos. Me alojé en un hotelito muy primitivo con espectacular mirador al Annapurna. La ducha fue de cubo de agua caliente. Coincidí al llegar con un grupo heterogéneo que se habían ido juntando por el camino y me ofrecieron ir con ellos, pero yo acababa ahí la jornada y ellos continuaban hasta la siguiente aldea.

Por la noche me habría esperado a que apareciera la luna e iluminara la montaña, pero lo hacía muy tarde y además hacía mucho frío.




Día 05. 30 de abril. Ghyaru (3.670 m) - Manang (3.540 m). De 7h40 a 12h30
La mañana se presentó espléndida y el Annapurna no tenía ninguna nube a su alrededor, por lo que fui haciéndole bastantes fotos a todo el macizo ya internado en la zona norte. Aqui la publiosidad es mucho menor puesto que las montañas paran el avance de las nubes que en este lugar es fundamentalmente de sur a norte.
Atravesé villorios, zonas pedregosas y bosques resecos de coníferas.
Antes de llegar a Manang me encontré con un grupo de monjes budistas y hablé con ellos. Me comentaron que venían del Tibet para celebrar algunos ritos allí. Tenían unas tiendas instaladas en un prado, rodeados de caballos y gentes del lugar sentados en el suelo y charlando.
Me invitaron a presenciar su ceremonia que se celebró en una de las tiendas: cantos, sonidos de platillos y tamboril. Me invitaron a beber agua caliente y los monjes acompañaban su ceremonia comiendo palomitas de maiz que se iban pasando de unos a otros como si de un partido de la NBA se tratara. El monje que me había invitado a la ceremonia me pidió que a mi también me dieran palomitas de maiz.



A la media hora y sin saber muy bien cómo actuar decidí marcharme y me despedí con sinceros gestos de agradecimiento. Al poco llegué a Manang, la capital de la comarca y un lugar estupendo para descansar, pues es más espacioso y tiene más de todo que el resto de las aldeas de la comarca.
Dejé mis cosas en mi cabaña-habitación del gesthouse y raudo me marché a subir al mirador de la localidad, a una hora de camino pero para la que yo invertí algo menos. Desde allí se podía observar el gran glaciar del pico Ganggapurna, el lago en el que desemboca y toda esa parte de la cordillera.
Después de la visita regresé al hotel y allí estuve lavando la ropa y comiendo.
Manang es un lugar donde se aconseja encarecidamente parar un día para descansar y aclimatarse antes de pasar a por encima de los 4.000 metros. Pero yo decidí no parar porque ese día ya había visto el principal mirador del lugar y porque la noche anterior, al haber elegido el camino más elevado, ya había dormido a más altura que la propia Manang, además de haber pasado un mes antes por el Tibet. Y no me encontraba cansado, a pesar de que la mochila pesaba como un demonio.



Día 06. 1 de mayo. Manang (3.540 m) - Thorong Phedi (4.450 m). De 7h40 a 13h
Esta etapa resultó mucho más provechosa ya que llegué a Thorong Phedi (llamado campo base del paso Thorong La) sin proponérmelo. El día anterior, hablando con unos rusos que iban con unas mochilas de impresión para cubrir cualquier imprevisto, me habían dicho que llegar hasta ese punto era imposible, por lo que yo había previsto parar en el villorio de Letdar. Pero este resultó ser tan minúsculo que cuando me quise percatar, lo había dejado atrás hacía tiempo.
En esta jornada se comienza la marcha hacia el oeste, siguiendo paralelo a las murallas norte de los Annapurnas para después avanzar hacia el norte penetrando en un valle perpendicular a la cordillera. Cuando me di cuenta que de todas todas me había pasado Letdar, fue al presentarse un puente al que seguía un empinado sendero por la pared de la izquierda. Miré el mapa y situé sin duda alguna el punto en el que me encontraba, un estrecho valle que terminaba en paredes con picos por encima cubiertos de glaciares. Decidí seguir adelante.



Y adelante, adelante yo iba adelantando a todo aquel con el que me cruzara, ya fuera cargado o liviano de equipaje (la mayoría).
Llegué a Thorong Phedi (4.450 m) y me dieron una gélida habitación. Dejé mis cosas y preparé una pequeña mochila y me encasqueté el chubasquero porque se estaba empezando a formar tormenta. Mi intención era subir hasta el campo avanzado del Thorong La, 500 metros por encima. Con ello quería combatir la posibilidad de no haber descansado una noche más en Manang: de día subir alto y dormir de noche en un lugar más bajo. Ya sin mi pesada mochila subí bastante rápido y bajé corriendo. En el trayecto de subida pude admirar los glaciares que tenía en frente y a la izquierda, un espectáculo que ya no pude volver a ver puesto que a la bajada la tormenta ya estaba definitivamente dentro del valle ,y las montañas ocultas tras el espeso manto de nubes.
En el refugio de arriba me tomé un té, descansé 20 minutos y bajé a la carrera.
Comí y cené en el refugio rodeado de gentes de toda procedencia y mismo interés: pasar al día siguiente el Thorong La.
Me di un buen lavado con un cubo de agua caliente mientras en el exterior nevaba. Y nevó durante toda la noche.
Esa noche pasé mucho frío: sólo me puse una manta encima del saco, ya que la segunda prefería no tocarla.





Día 07. 2 de mayo. Thorong Phedi (4.450 m) - Thorong La (5.416m) - Mukhtinath (3.800 m). 5h50 - 09h05 - 12h30
Para esta etapa la gente se levanta sobre las 4 de la mañana para asegurarse llegar a Thorong La antes de las 9 o las 10 porque a partir de entonces, al dar el sol en un solo valle de los dos que une el Thorong La se produce un viento fuertísimo que dificulta dramáticamente el avance.
Yo me lo tomé con calma y salí de los últimos del refugio, y sin desayunar. Paré en el campamento avanzado y me tomé un té y mis galletas y continué camino.
El tiempo era malo con niebla espesa y nevada. Aún así fui avanzando a buen ritmo por las duras pendientes que suben al Thorong La, siempre cuidando de no resbalar en el suelo helado y nevado. Caí una vez, sin daño alguno.
Alcancé Thorong La a las 9 de la mañana después de haber ido adelantando a gente constantemente.
Me hice, e hice, las fotos de rigor y en el pequeño refugio del paso, me tomé un té al precio de 150 Rs (precio habitual en el valle, entre 15 y 40 Rs). En aquel lugar iba entrando y saliendo gente según llegaban y marchaban, y allí descansé media hora.
Se dice que en Thorong La hay una vista espectacular de todo el macizo de los Annapurnas, pero con ese tiempo, no se veía ni al vecino.


Seguí camino ya cuesta abajo y el tiempo fue mejorando, iba nevando menos y la niebla desapareció. Al fondo se podía ver el valle al que me dirigía. El nivel de la nieve estaba marcado en la montaña como con tiralíneas. LLegado al límite, la nieve se convirtió en un barro muy pegajoso y lleno de moñigas de burro que un resbalón me podría haber causado un daño dramático a mis ropas y a mi autoestima.
Llegué a Mukhtinath cuando todavía no había llegado casi nadie. Al principio del pueblo había un monasterio rodeado de una pared que cerca un gran pedazo de tierra. El pueblo se alargaba alrededor de su única calle y sorpresa: había motocicletas, y a la salida del pueblo, todoterrenos. Había pasado unos días sin vehículo alguno y hasta aquí ya llegaba la pista que conecta el pueblo con el resto de la comarca.



En el guesthouse de Mukhtinath conocí a unas chicas británicas y a un irlandés, el cual tenía muchas ganas de celebrar el final de su trekking, pues al día siguiente cogía un 4x4 hasta Jomson, y de allí un avión hasta Pokhara.
La cosa es que estuvimos ahí hasta las 00h30, lo cual para Nepal es una hora escandalosamente tardía. Bebimos un licor de las montañas, que es como agua, mezclado con roca-cola. El irlandés y las chicas estuvieron buena parte del tiempo cantando y me insistían en que cantara yo alguna; ¿cuál?, si así de primeras no me sé ninguna...
Tenían especial predilección por la canción melódica y declaraban ser admiradores de las canciones de las películas de Disney. Mis gustos son otros.
La gente se suele tomar un día de descanso en Mukhtinath, pero yo no le ví la razón.

4 comentarios:

  1. Que pasada !!!!, me tienes alucinado ! que bonito !.... Espero ansioso la parte II

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  2. Alucinante J!
    Seguro que has creado leyenda local: el "Fugaz blanco del bastón orante"

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  3. Vaya charleta, menos mal que ya había cenado!!
    Habla un poqito más con los lugareños que luego pillas el teclado del ordenador y le haces sangrar...
    ME QUIERO IR CONTIGO
    Gracias por detallarnos la ruta así nos "curtirizamos" un poqito

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  4. Que envidia Juan. Estaba ansioso de ver el contenido y ha superado mis expectativas.
    Lo imprimo y me lo guardo...seguro que pronto me sirve como guía.
    Un abrazo !
    Dani Lleida
    Ah! La Pasabán ya 14.

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