viernes, 1 de octubre de 2010

SIÉNTASE COMO UN ARQUEÓLOGO EN LOS TEMPLOS DE ANGKOR

Atención: en este artículo me he pasado poniendo fotos, no volverá a repetirse, si es posible. Espero que las disfrutéis viéndolas como yo haciéndolas.

Todavía en Bangkok, me levanté a las cuatro de la madrugada con la sensación de haber dormido la siesta. Me hice un café con el calentador que me regaló Alicia en Ladakh y ya algo mejor, pero todavía bastante mareado, pude hacer la mochila.


Cogí un tuk-tuk que en un primer momento me quería cobrar 300 bats, pero que finalmente me llevó por la más justa cantidad de 80 bats, según me habían indicado en el guesthouse. La carrera hasta la estación fue precisamente eso, un recorrido a una velocidad desmesurada, unos 100 kilómetros por hora que me despejó bastante.
Así, llegué en 10 minutos a la estación y pude comprar, sin mayor contratiempo, mi billete de tren por la irrisoria cantidad de 84 bats para un viaje de seis horas de duración.

Mi idea era haber dormido en el tren, pero este era de tal incomodidad que sólo lograba dar dolorosas cabezadas apoyado en el hiriente marco de la ventanilla. Una vez llegado a la población de Arayna Prathet tomé otro tuk-tuk con dirección a la frontera, pero el taxista, pendenciero como todos, me llevó a una oficina donde pretendían hacerme el visado de entrada a Camboya al doble de precio que en la misma frontera. Y unos huevos, les vine a decir a todos. Lléveme a la frontera. El tipo de la oficina me insistía, con engaño, que en la frontera no se podía hacer el visado.
El taxista reaunudó el camino y me paró unos metros más allá en un consulado camboyano, donde por lo que había leído, te hacen el visado también con sobreprecio. Que me lleves a la frontera, cojones, le vine a decir de nuevo al taxista, el cual ya sin más posibilidades de llevarse comisiones me dejó donde debía. Si algún taxista, o hijo de taxista, lee este blog, que sepa que quizás él sea el único honrado del mundo. Quizás.
Ya en la frontera sellé la salida de Tailandia y en el terreno de nadie se puso a llover de forma tremenda durante unos diez minutos. Esto no me amilanó y pasé al otro lado donde me hicieron en un santiamén el visado por 20 dólares. Al irme a entregar el pasaporte, el oficial me dijo que también tenía que pagar 100 bats (tailandeses) por gastos de servicio. Le dije que me enseñara, por favor, la lista de tarifas para comprobar este último punto, y él me respondió que OK, que con los 20 dólares era suficiente.

Ya en Camboya, un autobus me llevó al intercambiador de autobuses turisticos de Poipet donde esperé un par de horas hasta que saliera el mío para Siem Reap por 9 dólares. Resulta que Camboya es un país paupérrimo que tiene su propia moneda, el riel, pero cuyos cajeros automáticos dan dólares y las compras sobre todo para turistas, se hacen en dicha moneda; de hecho, los precios para turistas son bastante elevados.
En el descanso en el trayecto en bus me junté con dos chicas de Barcelona que también iban a Seam Reap. Al llegar a la ciudad nos montamos en el mismo tuk-tuk para que nos llevara a la zona de Pub Street (el nombre lo dice todo) y allí buscar alojamiento. El taxista nos quería llevar a un hotel, pero como nos negamos en redondo, nos dejó lejos de la calle que le pedimos para que nos fastidiáramos. Taxistas, taxistas...
Llegamos a un guesthouse que indicaba la guía y que resultó un lugar excelente, con ordenadores free para clientes, wifi, estupenda terraza bar con cerveza barata, buena pero desectructurada comida, mesa de billar, pantalla gigante para ver los omnipresentes partidos de la Premier League, y más ordenadores free.
Yo me alojé en una cabaña de madera y las chicas en una convencional habitación con baño.

Como Marina y Alejandra sólo disponían de un día para visitar los templos de Angkor antes de seguir camino, querían levantarse antes del amanecer para ir allí en bici y aprovechar al máximo el día. Yo estaba hecho una caca pero me uní a ellas para también sacar más partido a la visita, aunque mi intención era visitar el enorme lugar en tres días.
A las 4h30 de la mañana me levanté, completamente sonámbulo, y me tomé un café para que me colocara la cabeza más cerca de mi cuerpo. Alquilamos unas bicicletas en el mismo guesthouse y en medio de la noche nos dirigimos sin ver ni papa hacia los templos de Angkor, a siete kilómetros de Siem Reap. Llegamos a Angkor Wat, el templo principal y situado a la entrada del complejo, en el momento del amanecer, pero como estaba nublado nos quedamos sin presenciar la bonita postal que este lugar presenta a tan temprana hora.

Angkor fue la capital del imperio Jemer en su época de máximo esplendor, entre los siglos IX y XV de la era cristiana. Su centro ocupa 200 km², pero toda la urbe abarcaba unos 3.000 km². En aquella época la ciudad llegó a albergar más de medio millón de habitantes. Todos los edificios públicos y viviendas estaban construidos en madera y paja, reservando la piedra a los edificios religiosos por ser la morada de los dioses.
Realmente Angkor ocupaba una pésima ubicación estratégica. Está situado en un terreno facilmente inundable, algo alejado de las rutas comerciales de la zona, y demasiado cerca de otros pueblos enemigos, como los siameses (los actuales tailandeses). Así, tras varios ataques en diferentes épocas, la capital fue finalmente abandonada por un imperio en decadencia que se trasladó a las cercanías de lo que hoy es Phnom Penh, la capital de Camboya.

De esta forma, la ciudad de Angkor fue tragada por la selva siendo devorado por la naturaleza todo vestigio de ciudad salvo los numerosos templos. De todas las construcciones, sólo una, Angkor Wat, el templo más importante, fue mantenido por monjes budistas, aunque en la memoria del pueblo camboyano quedaba el recuerdo de la gran urbe que allí hubo.
Ya en el siglo XIX y principios del XX, los franceses, a cargo de Indochina, se interesaron por el lugar y empezaron a explorarlo, desbrozando la selva y descubriendo maravillados la belleza misteriosa que esta guardaba.
Desde entonces en Angkor se hacen constantes trabajos de restauración, no todos afortunados, y sólo interrumpidos durante los años de terror de los Jemeres Rojos. Es patrimonio de la humanidad y uno de los lugares más impresionantes del planeta.

Aquí os pongo un par de mapas por si estáis interesados en ver cómo está organizado el sitio. El primero es turístico y el segundo es más en plan "es que yo soy arqueólogo, oiga":


En los tres días que recorrí en bicicleta los templos de Angkor estuve dos veces en Angkor Wat, en Bayon y en Ta Phrom, y pude visitar la mayoría de los templos, pero no todos. La mayor parte de la gente hace la visita en un sólo día y en tuk-tuk. Esto sólo se debe hacer si de verdad no se dispone de más tiempo, porque de lo contrario es acudir a un lugar maravilloso y contentarse tan solo con una pizca de lo que allí hay. Para los más interesados en la arqueología de este sitio remoto y misterioso, lo suyo es permanecer una semana disfrutando de todas las ruinas escondidas en la selva (ahora convertida en un espléndido y apacible parque).
La visita por un día cuesta 20 dólares, tres días 40, y una semana 60.

Angkor Wat
Este es el templo principal de todo el complejo, el que nunca fue abandonado, el más completo y el mayor recinto religioso del mundo. Está rodeado de un enorme foso de agua que ahora se cree, estaba destinado a labores defensivas, pero sobre todo, a mantener el terreno estable evitando los cambios en el suelo en las diferentes épocas del año, donde el mismo pasa del encharcamiento a la sequedad. En su interior vivían hasta 20.000 personas. Está dedicado al dios Vishnú y representa el mundo, con los océanos en forma de piscinas y con el monte Meru, la morada de los dioses, en su parte más alta, rodeada de otros pináculos que reprensentan diferentes montañas sagradas del hinduísmo. Como a lo largo de su historia fue pasando de titularidad hindú a budista y viceversa, fue siendo reformado en sucesivas ocasiones. Tiene en sus corredores muchos bajo relieves que representan historias sagradas.














En todo el recinto de los templos de Angkor hay numeresos vendedores de todo que constantemente están ofreciendo agua, tronca-cola, cerveza, comida, postales, recuerdos. Todos dicen exactamente las mismas palabras, utilizando su tono musical característico de indochina y presentan la misma insistencia y no se rinden jamás. Son una pesadilla, pero no terrorífica.


Angkor Tom
Al norte de Angkor Wat está la ciudadela amurallada de Angkor Tom, que durante algún tiempo fue la residencia real trasladada desde Angkor Wat. La muralla tiene numerosas puertas terminadas en su parte alta con cabezas de budas impasibles.



El templo de Bayon es el más sobrecogedor, desde fuera y dependiendo de la luz, no parece mucho más que un montón de piedras, pero está constituido por decenas de pináculos con centenares de cabezas de buda esculpidas. Como todas las cabezas están algo desgastadas y la piedra ahora tiene diferentes colores según hayan sido atacadas por la humedad o por las plantas, según a la hora del día a la que se vaya, y según la luz que haya, presentan diferentes matices, siempre misteriosos. Los estrechos corredores de su interior, semiderruidos, presentan también numerosos bajorelieves muy bellos cubiertos por el musgo. El primer día que lo visité, con Marina y Alejandra, estaba abarrotado de turistas, casi todos japos, pero el segundo, cosas de la vida, estaba prácticamente vacío, por lo que pude disfrutar mucho más de tan extraño lugar.
       



























Bayon fue además mi última visión de los templos de Angkor cuando me marchaba el último día, ya haciéndose irremisiblemente de noche.

Dentro del recinto de Angkor Tom hay muchas más construcciones también hechas trizas. La terraza de los elefantes, por ejemplo, es un lugar que se utilizaba para ceremonias públicas y que está repleto de esculturas y bajo relieves.






















Preah Khan
Fue en su día una universidad budista que albergó a más de mil profesores, aunque no se especifica cuánto alumnos hubo, igual ninguno. Tiene forma de cruz y cada una de sus entradas están vigiladas por estatuas de guerreros, ahora descabezados y mancos. Se encuentra en su mayor parte derruido e invadido por musgos y líquenes. Tiene estrechos y misteriosos corredores, y al no ser de los lugares que entran en el único día de visita de la mayor parte de los turistas, se puede caminar por allí como si uno fuera un arqueólogo maravillado por tan increible descubrimiento.





















Ta Phrom
Este es el lugar por donde debió pasar algún día Indiana Jones si no se le fuera tanto la perola. Es un templo budista que, a diferencia de la mayoría de los otros restos, no ha sido restaurado ni limpiado de selva, pero sí de maleza, por lo que presenta un aspecto similar, pero más despejado, al que debieron encontrar los primeros arqueólogos franceses cuando llegaron al lugar. Los enormes árboles tropicales se apoyan sobre sus muros, las raíces recorren sus paredes, el musgo invade los bajorrelieves, y los oscuros pasadizos te pueden dar un susto si no andas con cuidado y tropiezas. También aquí vine dos veces, pero el primer día se me acabaron las baterías de la cámara de tantas fotos que había hecho. En mi último día de visita a Angkor fue el último templo que visité y tuve que permanecer largo rato a cubierto en un corredor mientras fuera llovía a mares. El agua se colaba por los techos y la única forma de no mojarse era poniendose bajo un dintel.






















En este templo, y en otros similares se observa muy bien cómo están hechos estos edificios, pues al estar bastante deteriorados queda al descubierto sus miserias arquitectónicas. Y es que yo creo que los jemeres no eran especialmente buenos arquitectos, no conocían la técnica del arco y las bóvedas las cerraban en estructura triangular acercando poco a poco las piedras hasta completar el techo. Así, todos los templos de Angkor son una enorme acumulación de piedras que dejan muy estrechos pasillos interiores y que a la postre resultan ser estructuras algo endebles. Por eso yo considero que dejaban los edificos de piedra como moradas de los dioses, porque en ellos no había persona que pudiera habitarlos con un mínimo de comodidad y de luz.

Lo demás
Pues además de todos los anteriores, hay muchos más templos maravillosos que merecen una visita. Uno son parecidos al de Angkor Wat por su estructura escalonada y acabada en enormes pináculos representando montañas sagradas, y otros son pequeños recintos ruinosos repletos de esculturas en bajo relieve rodeados de selva-parque.

















Salvo el primer día que regresé con Alejandra y Marina todavía de día a la ciudad, los dos siguientes lo hice en medio de la más absoluta oscuridad al guesthouse de Siem Reap, mi ansia por no perder ni el más mínimo detalle de lo que por allí encontraba me hacía demorarme más de la cuenta en cada sitio. A terminar mis días de visita estaba contento por haber estado en uno de esos lugares que toda persona interesada por las maravillas del mundo debería tener anotado en su agenda, pero triste por no haberlo podido hacer con quien en su día lo tuve planeado.

Estos días sólo tuve una comida al día, la cena, que tomé en el estupendo guesthoue para ahorrarme el cansancio añadido de buscar un lugar donde comer (bueno, también desayuné, pero poco).
Una noche, después de haber cenado y mientras estaba echando un vistazo a internet se me acercó una de las camareras y me preguntó qué hacía. Mi respuesta debió resultarle algo brusca (resultado del cansancio y de mis deficiencias lingüisticas asociadas al mismo) y me pidió perdón por haberme preguntado. Como después se puso a jugar al billar ella sola quise ser amable y le dije si podía jugar con ella. Me dijo que sí y que si nos apostábamos una poca-cola. Dije que OK. A pesar de ser yo un pésimo jugador gané las dos partidas que echamos, pero sorprendentemente me dijo que la que había ganado era ella (en la primera partida había metido la bola negra en un agujero distinto al de su última bola, y en la segunda, yo había metido la negra donde correspondía, pero a continuación la blanca se coló en otro agujero), por lo que me pidió inmediata recompensa. Como me dijo que no tenía sed, que ya había bebido muchas poca-colas, lo mejor era que se las pagara, cosa que hice. Al día siguiente me ofreció volver a jugar con ella al billar, pero preferí decirle..., en fin, que no.

A pesar del cansancio de las visitas a Angkor, aún me quedaron unas mínimas fuerzas para salir a dar alguna vuelta por Pub Street y alrededores. Allí los restaurantes y bares para turistas me recordaban mucho a Khao San Road de Bangkok, pero en plan algo más fino y mucho más silenciosos y calmados. Eso sí, multitud de chicas me ofrecían sus servicios de masajes, pero yo no estaba tan dolorido, y todo varón me ofrecía todo lo que se te pueda ocurrir, empezando por una moto o un tuk-tuk y siguiendo increscendo. Yo intentaba ser amable con todos, pero la verdad es que da ganas de mandarlos a la mierda, porque no es normal que si te cruzas con doscientas personas, esas doscientas personas te ofrezcan todos lo mismo. Por el interés te quiero Andrés.
Tras finalizar mi visita de tres días a Angkor me decidí a viajar en barco por el lago y río Sap hasta Phnom Penh, la capital de Camboya. Esto me permitiría ver las casas flotantes de sus riveras y los infinitos paisajes. Pero el peaje era caro, se trata de un barco rápido, más bien para turistas, que cuesta 35 dólares frente a los 5 que del autobús. Y además tenía que estar preparado en la puerta del guesthouse a las cinco de la madrugada. Manda huevos.

Y para terminar, más fotos de Angkor. Mi capacidad de selección este día ha estado bajo mínimos:








6 comentarios:

  1. Caramba Juanjo, andabas con el gatillo fácil esos 3 días; ¡menuda empanada de fotos! Pero la verdad es que parece un sitio increíble (aunque un poco caro diría yo). Me encantan las fotos donde aparecen las bases de los árboles abrazando las construcciones de piedra, como si fueran tentáculos. Y puede que fueran algo toscos en sus construcciones, y que las bóvedas no fueran demasiado estilizadas, pero decir que eran malos constructores quizá resulte algo severo, sobre todo pensando en que los templos todavía perduran hoy día.

    Bueno, un saludo, y dale una propinilla de mi parte al primer peseta honrado que se cruce en tu camino (si se da el hipotético caso…)

    David

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  2. Que nadie haga caso del señor que ha escrito antes que yo,Don David, que fabrica unas carreteras que en cuanto caen 4 gotas hay que cortarlas por 15 días al menos!!!
    Cómo van a ser buenos constructores los Camboyanos, si se han pasado veinte pueblos poniendo jardín (eso sí Tropical)
    Pedazo de afotos, pero esos árboles NOS COMEN,NOS COMEN,NOS COMEN,NOS COMEN,NOS COMEN,NOS COMEN,...
    Como vaya con el cortacesped y la motosierra preparo ahí una buena.

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  3. Hola, Juanjo!, preciosas fotos, nunca son demasiadas! no te puedes imaginar lo que recrea la vista y el espíritu el rato del día que veo el blog.
    Hoy hemos quedado Tere, Amandi y yo, brindaremos por tí.
    Besos!.
    María.

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  4. Un beso Juanito ¡¡¡¡
    Me encanta leerte la verdad y las fotos no te digo nada, son fantásticas, vas a tener que montar una exposición cuando vengas por aquí.
    Un besito muy fuerte y como dice María arriba esta tarde un brindis por ti (María sin Alcohol, a ver si el pequeño conguito se va a emborrachar)

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  5. Me encanta!!
    Yo en ese sitio pierdo la cabeza haciendo fotos: qué mogollón de detalles!! Una locura!!
    No te disculpes por la cantidad de fotos..
    (yo me he guardado unas cuantas)

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  6. Unas cuantas has puesto, sí, pero es que son todas muy chulas tío. Ahora me pongo con el texto. Un beso fuerte

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